Una excursión inesperada por Rávena
Mosaicos, colores y culturas, ¿qué secretos guarda esta joya discreta de Emilia-Romaña?

Hace unos días tuve la oportunidad de visitar Rávena acompañada por un amigo historiador del arte, lo que me permitió descubrir detalles y significados que hicieron de ese viaje una experiencia aún más inolvidable.
Rávena, una ciudad de Emilia-Romaña que no suele aparecer en las rutas turísticas más concurridas de Italia, alberga uno de los patrimonios artísticos más fascinantes y valiosos del mundo.
Esta tranquila ciudad, situada entre los Apeninos y el mar Adriático, fue en su momento capital de tres grandes mundos: del Imperio Romano de Occidente en el siglo V, del Reino ostrogodo bajo Teodorico y posteriormente del Exarcado bizantino. Esta confluencia de culturas ha dejado una huella imborrable, especialmente visible en su arquitectura religiosa.
Rávena es famosa por sus extraordinarios mosaicos paleocristianos y bizantinos, muchos de ellos datados entre los siglos V y VI, y cabe destacar que ocho de sus monumentos han sido reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo, lo que más sorprende es la sencillez de sus construcciones: a diferencia de las grandes catedrales de mármol, aquí todo está hecho en ladrillo. Esta elección responde tanto a la escasez de piedra en la llanura padana como a un simbolismo profundo relacionado con el cristianismo primitivo.
Con este pequeño contexto, en este breve artículo quiero compartir algunos de los lugares que más me impresionaron y que, sin duda, reflejan la riqueza histórica y artística de Rávena:
Basílica de San Vitale
Es probablemente el edificio más impactante de Rávena. De planta octogonal, su cúpula central y su ábside recubierto de mosaicos crean un espacio de altura y profundidad espiritual. Destacan las famosas imágenes del emperador Justiniano y su esposa Teodora, rodeados de sus séquitos, en las que política, teología y estética se funden en una sola narrativa visual. Esta basílica es uno de los grandes ejemplos del arte bizantino en Occidente.
Baptisterio Neoniano
Este pequeño edificio octogonal es uno de los baptisterios cristianos más antiguos que han llegado hasta nosotros. En lo alto de su cúpula, un magnífico mosaico representa el bautismo de Cristo por san Juan Bautista, rodeado por los doce apóstoles, dispuestos en un círculo que gira sobre la pila bautismal central.
Este lugar fue originalmente destinado a la iniciación cristiana de los fieles mediante el rito del bautismo. A día de hoy, es el único baptisterio de época bizantina que aún se conserva íntegro, lo que lo convierte en una pieza clave del patrimonio religioso y artístico de Rávena.
Mausoleo de Galla Placidia
Galla Placidia, hija, hermana, esposa y madre de emperadores, fue también una figura política clave del siglo V. El mausoleo que lleva su nombre, construido probablemente durante su regencia, es considerado una joya del arte paleocristiano. Desde fuera, es una estructura humilde de ladrillo; pero al cruzar su umbral, el visitante entra en un cosmos de estrellas azules, cruces doradas y escenas bíblicas cargadas de simbolismo.
Tumba de Dante Alighieri
La ciudad de Rávena también es el lugar de descanso eterno de Dante Alighieri, autor de La Divina Comedia. Exiliado de Florencia, Dante murió en esta ciudad en 1321. Su tumba es modesta, casi escondida junto a un pequeño jardín.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sus restos fueron ocultados bajo tierra por los frailes franciscanos para protegerlos de posibles saqueos nazis. Un gesto silencioso de resistencia cultural y de veneración a uno de los grandes pilares de la lengua italiana.
Catedral de Rávena
La actual catedral es del siglo XVIII, pero bajo ella se encuentran vestigios de un templo paleocristiano. En la cripta, a veces parcialmente inundada, puede verse un antiguo mosaico que sobrevive entre reflejos de agua. Aunque menos conocida que otras iglesias de la ciudad, ofrece otra capa de la historia viva de Rávena.
Sant’Apollinare Nuovo
Originalmente construida por el rey ostrogodo Teodorico como iglesia palatina, esta basílica fue posteriormente transformada para el culto cristiano ortodoxo tras la llegada del poder bizantino. Sus muros laterales, decorados con largas procesiones de vírgenes, mártires y escenas del Evangelio, ofrecen mucho más que belleza visual: funcionan como una narración en mosaico de las tensiones políticas y religiosas del momento. Algunos de sus paneles fueron modificados con el tiempo, incluyendo la eliminación o transformación de figuras asociadas a la corte goda, para reflejar los nuevos valores teológicos impuestos por Bizancio. Así, el arte no solo decora, sino que documenta el pulso cambiante de la historia.
En definitiva, el día que visité Rávena me di cuenta de que no hace falta ser experto en arte ni creyente para sentir la magia de esta ciudad. Basta con cruzar una puerta de ladrillo, levantar la mirada y dejarse envolver por la luz de sus mosaicos.